Trabajó 49 años con una familia que la quiso mucho, donde cuidó dos niños hasta que crecieron y se fueron para Canadá.
Ellos la llamaban Chita y los quiere como si fueran sus propios hijos, tanto que por ellos se fue a vivir 6 meses a Canadá.
Le apasiona viajar y recorrer el mundo.
Para ella, el momento más feliz en la Fundación Juan Pablo II es cuando hacen las actividades de musicoterapia y manualidades.